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Channel: Valladolid, rutas y paisajes
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Un paseo semiurbano por los aledaños de la Ciudad

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No todo van a ser paseos por sitios hermosos e idílicos. Esta última vuelta la hemos dado por los alrededores de Valladolid, más en concreto por el este de la ciudad y sus límites, por Laguna, La Cistérniga y Santovenia. Todo tiene su aquel y su encanto, si sabes descubrirlo.

Salimos de Covaresa, cuyo paisaje era muy distinto hasta hace unos años. Donde antes había huertas y árboles frutales ahora hay un barrio moderno, barrio que sigue avanzando desde la cañada por el camino de las Berzosas hacia la ribera del Carmen, de la que sólo queda el nombre.

Aspecto de la acequia de Valladolid bajo el ferrocarril

Luego avanzamos junto a la vía del ferrocarril. Con motivo de la llegada del AVE se ha ampliado el espacio dedicado a las vías, y ahora es más difícil pasar al pinar de Pozuelo y a la zona de las Arcas Reales, pues la infraestructura del ferrocarril avanza hacia el este, si bien lleva muchos años a medio terminar. Antes se podía pasar, haciendo un poco de equilibrio, por el tunelillo de la acequia de Valladolid.

Llegamos al pinar de Antequera. Y salimos. Para que quede claro que no todo el Pinar es de Valladolid leemos en un cartel: PINAR DE ANTEQUERA. LAGUNA DE DUERO.

La raya divisoria entre Valladolid y Laguna pasa por medio del lagar del Canónigo, por donde nosotros también cruzamos. El centro de Televisión Española está ya en Laguna, pero nosotros volvemos a la raya en la acequia de las Arcas Reales: la han debido de canalizar, pues está cubierta de tierra. Menos mal que los nogales de la acequia siguen dando excelentes nueces. Es un consuelo.

Bordeamos Laguna, luego la factoría Renault y atravesamos La Cistérniga. Es el punto más alto de nuestro recorrido, pues pasamos entre el cerro de San Cristóbal y el páramo.

Aquí se corta la cañada de Fuente Amarga. Es el sino de esa vía pecuaria/calle: en Valladolid, la calle Fuente Amarga ha quedado perdida entre la calle la Vía y la plaza Circular, de donde salía.

Salimos por el camino de Fuente Amarga. Llegamos hasta el cruce con la cañada de Fuente Amarga, que viene de Valladolid, donde paramos un momento: un arbolito o arbusto señala el lugar donde estuvo el lagar de Fuente Amarga. En el camino, restos de los muros de piedra. A la derecha, el pico del Águila. La cañada hacia Valladolid está truncada por el nuevo ferrocarril, así que se acabó la cañada. Una más de tantas. 

Camino de las Culebras

De manera que continuamos rodando junto a la VA-30  cruzando el canal del Duero hasta la carretera de Villabáñez, que tomamos hacia Valladolid para seguir por el camino de las Culebras. ¡Pobre camino! Lleno de cardos y todo tipo de maleza, horadado por los conejos, con abundante porquería. Finalmente se convierte en un mísero sendero que nos deja junto al Esgueva, bajo de la ronda interior.

Antigua granja Terradillo

La lluvia que veíamos a lo lejos, hacia el oeste, llega hasta nosotros y nos pilla una fuerte descarga. Avanzamos hasta el primer puente y volvemos hasta la ronda; junto a ella seguimos. Pasamos por donde discurrió una de las viejas esguevas y seguimos hasta la carretera de Renedo, donde tomamos el camino que discurre junto a la orilla derecha del Canal del Duero. Esto cambia: aunque vamos empapados, el paisaje de las revueltas del canal, con su arbolado y su vegetación verde y limpia, merece la pena. Además no hace frío y la mojadura se soporta bien.

Llegamos al punto donde el canal se cruza con la cañada leonesa oriental. Bueno, es un decir, porque esta cañada ya no existe, pues fue clausurada al vallarse el campo de tiro del ejército, cuando ya ningún rebaño discurría por ella. Por aquí los merinos bajaban del páramo viniendo de Soria y norte de Palencia, y llegaban hasta el Pisuerga para beber y luego parar en el descansadero de la pradera del Carmen. Antes de la cañada hay una casa arbolada y cercada, y después están las ruinas de otra, junto a ella una higuera me repuso del agua con sus dulces higos.

Aquí el Canal -convertido en acequia- se queda sin agua

Y, a continuación, lo peor de la mañana: ¡el barro! Seguir junto al canal –ya seco, pues todo el agua se iba por una almenara hacia el Pisuerga- y llenarse las ruedas de barro hasta impedir el giro fue todo uno. Así que con la bici a cuestas hasta el polígono del Esparragal, ya en Santovenia. Una vuelta por el pueblo y luego por la ribera, con el cielo que empezaba a vestirse de azul. El resto de la excursión fue totalmente urbana, para intentar olvidar el barro. Pasé por el cementerio del Carmen para saludar a viejos amigos y el sol se despertó con toda su fuerza. Pero ya era demasiado tarde. Otro día bordearemos la ciudad por el lado contrario, el oeste.

En general puede decirse que hemos cruzado por muchos lugares que nos son ni puramente campestres ni tampoco urbanos. No eran agradables; debido a la estación todo estaba seco y amarillo. Hasta ahí bien. Pero había demasiada basura de todo tipo: hemos visto desde viejas sillas o puertas hasta otros muebles más grandes, escombros, plásticos y papeles, latas y otros desperdicios metálicos, restos de juguetes… Mucha y variada porquería. Evidentemente, todo eso refleja cómo somos y pensamos pero, ¿no se podría hacer un plan para limpiar los alrededores de Valladolid e ir convirtiéndolos en lugares agradables?

Aquí dejo el recorrido.


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