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Channel: Valladolid, rutas y paisajes
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Panes y arribanzos de Muelas y Villaseco

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Son dos localidades de la provincia de Zamora que tienen eso, tierras de pan llevar –en la pequeña llanura sobre la que se asientan- y arribanzos, que son las abruptas laderas que caen al Duero y al Esla. Ni que decir tiene que éstas son preciosas, se trata del típico paisaje de los arribes con cantiles y precipicios, cantos enormes y con frecuencia en forma –más o menos-  de esfera, pequeñas riveras en las que descansan arruinados molinos, cortinas…

Salimos de Muelas y enseguida descubrimos el alegre mundo de las piedras. Digo alegre porque, a pesar de ser invierno –o precisamente porque lo era- las piedras estaban recubiertas en buena parte de un musgo verde debido a las continuas lluvias de la temporada. Además, los pequeños regatos se sucedían por doquier con aocas o flores de la hierba lagunera y hasta ranas en las cercanías de los manantiales. Parece como si estuviéramos disfrutando aquí de una primavera extemporánea.

Así que, cortinas y sugerentes piedras, cruzamos por un puente de piedra el regato del Vedal que bajaba entre verdes praderas, y llegamos al alto de las Tórtolas, desde donde pudimos contemplar a lo lejos  el Esla y los tremendos paredones que lo encajonan.

De ahí bajamos al abierto valle de la Salgada y… la bici dejó de responderme. Los piñones no agarraban, era como pedalear en el vacío. Bueno, seguiré andando con la bici de la mano. Pero al poco respondió y empecé a acercarme a la confluencia de Esla y Duero pero duró poco el funcionamiento. Pude llegar hasta Villaseco, contemplar su arquitectura popular y bajé hasta casi la orilla del Duero para ver de cerca la caída espundiosa de la rivera de Fadoncinos, en la otra orilla. Teníamos ya otra referencia por una excursión que hicimos a Sayago hace mas de dos años.

Salí por el camino del cementerio, bordeado de un secular viacrucis para atravesar, ahora sí, tierras de pan llevar. Las lagunas estaban llenas y desbordadas de manera que al pasar por el arroyo del Pilo, que se nutre de su laguna, había ensanchado de tal modo que, siendo fácil cruzarlo en bici, imposible con ella de la mano. Así que me mojé los pies.

Al acercarme a Muelas pude contemplar de nuevo fuentes, lagunas, cortinos, palomares pero ahora iluminados por el sol poniente, después de haber sufrido un día gris y lluvioso. Y probé Kruna, la cerveza que se elabora aquí mismo. El recorrido, en este enlace.


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