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Fuente Salino y los robles de Valdelaguna

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Monte Alto 2016(1)A pesar de estar a dos de julio y comenzar la excursión a medio día, soplaba una brisa del norte que nos hizo olvidar el calor. Incluso, ya de vuelta, nos pegamos un baño en la pesquera de Valbuena que nos dejó el cuerpo demasiado fresco.

Salimos de Valbuena de Duero para tomar el arroyo del Valle. Antes, pasamos por las bodegas y sobre el dintel de una construcción pudimos leer lo siguiente: LAGAR DE DOMINGO MORAL / LE HIZO A LOS 81 AÑOS DE EDAD / EL AÑO 1900. Ya se ve que por aquí todo lo relacionado con el vino se hacía, y sigue haciendo, a conciencia. Dentro, todavía pueden verse los restos. Al lado, la casa del guarda del Canal cuenta con un pequeño y agradable huerto-jardín. Sobrepasando las bodegas vemos un manantial y enseguida dos chopos que señalan la entrada del Valle.

2 julio 010-001

La entrada al Valle

Este valle es el Valle, es pasar a otro mundo muy distinto de la vega y ribera del Duero y del páramo. En su fondo madura todavía el trigo, con su característico verde azulado. En algunas zonas más altas, crece la cebada, ya totalmente seca y preparada para la siega. El resto -las laderas- es monte de roble, encina, sabina y pino carrasco. También vemos enormes piedras calizas que sobresalen a media ladera. Todo está por aquí verde y florido, como si la primavera no se hubiera ido aun. Como novedad, han colocado una mesa para merendar junto al Manantial del Valle.

Empinada cuesta desde la Granja del Queso

Empinada cuesta desde la Granja del Queso

Lo peor es que al llegar a la Granja del Queso tuvimos que subir en dirección sur por la empinada cuesta porque el camino del Valle estaba por completo intransitable, cubierto de hierbas y maleza que levantaban más de un metro. Todo debido a la primavera lluviosa. Pero por arriba el paisaje tampoco estaba mal. Aparte de que hicimos alguna asomada al Valle, el monte estaba aun verdiamarillo, y enseguida alcanzamos, dejándolo de lado,  la zona verde de majuelos de Pesquera.

Fuente Salino

Fuente Salino

En la cabecera del Valle nos esperaba una grata sorpresa: Fuente Salino (o Sarino), construida en buena piedra caliza y ahora cubierta de maleza casi por completo. Allí, no lejos de las ruinas de una construcción –Casa Salino- de piedra y barro, seguía viva, ofreciendo un fresco hilo de agua que pudimos degustar: nacía en el recio frontis, que suponemos pared del arca, y por un canalillo llegaba a un pilón cuadrado que llenaba y de cuyo líquido se aprovechaban renacuajos. A continuación, un abrevadero más moderno, también cubierto de maleza.

El Roble y la bici

El Roble y la bici

Y de aquí pasamos a la Granja La Corredera, que hervía en actividad cosechera. Preguntamos por el roble más grande y hermoso y nos dirigieron a uno que realmente nos impresionó. A la vera del camino que lleva al barco de Valdelaguna, en el límite del monte, se dejó ver. ¿Cuántos siglos llevaría esperándonos? ¿Tal vez algún milenio? No lo sé, pero ahí estaba, tan silencioso como expresivo. Es un roble mocho, pero sobre sus muñones salieron nuevas ramas, ya envejecidas por los siglos y abiertas tanto por el tiempo que pasa como por el atmosférico, (duros los dos, y más cuando se juntan). De una anchura enorme y de una altura limitada por antiguas podas. A juzgar por los restos de musgo –ahora seco- tiene que cambiar de aspecto en invierno. Subimos hasta donde se produce la primera división del tronco en cuatros grandes ramas y allí tuvimos la sensación de estar bien protegidos por este viejo quejigo, arropados entre los pliegues de su corteza, verdadera piel, como si realmente estuviéramos en su áspera y callosa mano o en sus brazos, fuertes pero tiernos. Recuerda a esas hayas y robles típicos de la alta montaña; muy pocos hay semejantes a él en nuestras llanuras…

¡Buen tronco!

¡Buen tronco! (Javiloby)

Nos alejamos de él con una sensación única, tal vez porque era el representante vivo de algo que ya ha pasado de manera irremediable, y que no volverá. Y es que quizás hemos estado en los brazos del ser vivo más viejo de nuestra provincia. Ahí es nada. Por nuestra parte, lo agradecemos a la par que deseamos largos siglos ¿por qué no milenios? al viejo quejigo.

Viejo y maltratado

Viejo y maltratado

Grata sorpresa, sí, pero no la única. Pudimos ver otros tres robles hermanos de éste de porte similar –viejos, viejos- pero no mayor. El primero también junto al camino, en el mismo bosque. Parece que lo han intentado incluso quemar, pues tenía un agujero ennegrecido en el tronco a la altura del suelo –una verdadera cueva- y otro hueco, como una amplia hornacina, a metro y medio de altura. Vimos otro semejante y, finalmente, otro más en medio de una tierra en barbecho.

Dejamos aquí la narración, pero aun quedan más sorpresas en Valdelaguna que dejamos para la próxima entrada.

Entre sus "dedos"

Entre sus “dedos”



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