Hemos pasado unos años de auténtica eclosión de las infraestructuras viarias, lo que ha llevado consigo la construcción de nuevos puentes para facilitar o agilizar el paso de ríos y otros accidentes geográficos. Pero los de ahora, por regla general -hay excepciones- son bastante feos, especialmente aquellos en los que predomina el cemento.
Sin embargo, desde la época de los romanos hasta hace unos cuantos años, los puentes que han permanecido solían ser de piedra, con sus pilas, arcos, tajamares, barandillas…Todavía quedan muchos en nuestra provincia que, lejos de afear el paisaje del río y la ribera, lo mejoran y le dan un toque diferente, propio.
¿Qué puentes hay más hermosos que el de Cabezón, el puente Mayor de Valladolid, el de Simancas, o el de Tordesillas? Todos ellos son de factura medieval, reconstruidos parcialmente un montón de veces. O los del Cega en Mojados, Megeces, el Cardiel…
Claro que solamente nos queda uno romano: el de Becilla en el Valderaduey, incluso con un tramos de calzada en muy buen estado. Si bien es muy posible que donde hoy se levantan los puentes de Simancas y Puente Duero ya hubiera otros en la época romana.
Con frecuencia, hay un puente viejo junto al nuevo. Para mejorar el tránsito, se hizo el nuevo, y el más antiguo quedó al lado, como una antigua referencia. Es el caso de los puentes sobre el Duero en la carretera de Peñafiel a Pesquera; la Puente Mediana entre Mojados y Olmedo; el de Valdestillas; el del Eresma entre Olmedo y Pedrajas; el del Adaja entre Aniago y Villanueva; el puente de Boecillo, sobre el Duero; el de Mayorga sobre el Cea. Un caso insólito es el puente del Runel, entre Olmedo y Ataquines: vemos sobre el Adaja tres puentes: utilizamos el último modelo, vemos derrumbado el más viejo y, el mediano, entre ambos.
Pero la regla anterior no siempre se cumple: el puente sobre el Duero en Peñalba (Villabáñez) fue derruido, al parecer, con motivo de la guerra de la Independencia y ni se ha reconstruido ni sustituido. Claro que en Peñalba ya no vive nadie. Lo cual no quita para que estas ruinas históricas se asienten en uno de los lugares más hermosos de la provincia.
Sin embargo, lo que parece una antigua pila con su tajamar en medio del Pisuerga, en el Soto de Medinilla, no es tal. Sin dejar de ser una ruina muy valorada por los cormoranes, debió de pertenecer a unas aceñas, las denominadas del Berrocal.
Capítulo aparte lo constituyen los viejos puentes de hierro del ferrocarril de Ariza: podemos contemplar uno en La Cistérniga, sobre el Duero y tres en Peñafiel, sobre el Duero (2) y el Duratón. En estos casos, el hierro se ha fundido con el paisaje.
Y todo esto sin hablar de la infinidad de puentes que también se levantan, en nuestras comarcas, sobre ríos menores, arroyos y canales. Los hay de todos los tipos, tamaños, materiales, usos; la mayoría salvan ríos, pero otros cruzan carreteras o caminos. Y luego están los acueductos, donde es el canal o acequia los que saltan el río o camino… Si algún día se hiciera el inventario, saldrían, sin duda, varios cientos. Pero, ¿alguien se va a preocupar por ellos?
