
Por segundo año consecutivo, la nava de Peñaflor –o de Cantalar- tiene agua, cosa nada frecuente. Esto quiere decir, además, que si sigue lloviendo la veremos llena como pocas veces esta primavera. Cuesta mucho que llegue agua en un año lluvioso, pero ya se ve que si el año siguiente también lo es, la cosa se pone fácil. Aun así todavía queda mucho para que llegue al nivel en que algunos la hemos vimos hace ya muchos años.

No faltaron avefrías, avutardas y patos variados durante el paseo.

Por su parte, la nava de Wamba estaba con tres charquitos de nada. O sea, que su régimen de aguas es diferente. En todo caso, había muchas zonas embarradas y el nivel del agua del pozo llegaba a menos de un palmo del nivel del suelo. El salto podría darse en cualquier momento.

Todo estaba verde. Por momentos, la de Cantalar parecía una plantación de arroz. En las inmediaciones, los almendros florecían en las lindes, custodiados ahora por los molinos gigantes. Se masca una primavera húmeda y florida.
