Hoy celebramos en todos los cementerios el día de los difuntos: los camposantos se llenan de gente que lleva flores y oraciones a sus seres queridos. Al menos hoy -y ayer- reciben nuestra visita y compañía, y diríamos que la espera se les hace más llevadera, pues habitualmente les encontramos más bien solos. Algunos, demasiado solos en cementerios perdidos de pueblos abandonados o de ermitas derruidas… Allí están, nosotros decimos que esperando la resurrección de los muertos; los romanos se conformaban con desearles que la tierra les fuera suave: sit tibi terra levis.
Algunos humildes -sin vistas como en la foto del principio- con cruz de madera o en un bloque de piedra, junto a la pared.
Hemos visto dos cruceros de piedra a cada lado de la entrada, seguramente traídos de un antiguo viacrucis…
A veces da la impresión de no estar tan solos, pues al menos las sepulturas parecen demasiado juntas…
…aunque siempre lo estarán más en los nichos, que recuerdan palomares.
Aquí gozan de abundante sol y aire puro. Ancha es Castilla.
Hay cruces en estelas antiquísimas
O modernas esculturas junto a viejas tumbas
Hemos visto, en fin, cementerios de ángeles
…cuyas almas parecen querer volar definitivamente…
Incluso nos llegan mensajes de algunas almas, pidiendo oraciones, ¡y es tan fácil rezar un avemaría como respuesta! Así no serán tan ciertos aquellos versos de Bécquer:
¡Dios mío, qué solos
se quedan los muertos!
