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Channel: Valladolid, rutas y paisajes
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Arribes en Sayago

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Los Arribes zamoranos, en Sayago, siempre encantan: están llenos de naturaleza, belleza y armonía. Parece como si todos los elementos naturales –praderas, montes, riveras, manantiales, animales- se conjuntaran perfectamente con los artificiales –fuentes, cortinas, puentes, molinos, cruceros…- para formar un paisaje primigenio, lleno de poesía.

Salimos de Moralina y, tomando las veredas que acompañan su rivera, fuimos entre prados, corrales y robles hasta el arroyo de la Rivera, donde ya nos mojamos para cruzarlo. Pero no importaba, pues el día, sin ser caluroso, tampoco era frío. Algo intermedio; tal vez lo más molesto fuera el viento.

 

Viramos rumbo al norte entre valles amplios que señalaban un Duero que no alcanzamos a ver. Praderas y manantiales para llegar a Villadepera, desde cuyo mirador de Peña Centigosa donde pudimos contemplar una bella imagen del puente de Pino, que salta limpiamente el Duero sin tocarlo, de arribe a arribe.

De nuevo por parajes asombrosos de fuentes y cortinos con vistas increíbles nos presentamos en Villardiegua, donde nos recibió su famosa Mula, recuerdo de otros tiempos cuando los pueblos lusitanos poblaban estos peñascos. Siguiendo el rumbo dela rivera del Pontón, comienzan a predominar los típicos y berrocales, grandes piedras graníticas más o menos redondeadas que conforman un peculiar paisaje.  Donde la rivera deja la relativa llanura para comenzar un claro descenso comienzan los molinos, muchos y pequeños. Nunca había visto tantos juntos. Una estrecha vereda te permite ir visitándolos; los últimos están prácticamente en un barranco con numerosos saltos de agua. Al final una sorpresa: un mirador para contemplar el Duero, con Portugal casi a un tiro de piedra.

Dejamos el valle del Pontón para pasar junto a la Peña Redonda y visitar las chiviteras de Torregamones, donde hace muchos años -¡más de 30!- algunos pasamos una noche de primavera. Es un gusto encontrarlas recuperadas del todo y perfectamente cuidadas; nos hablan del pasado pastoril de los hombres y mujeres de Sayago.

Otro largo paseo para acercarnos al fuerte Nuevo, que tiene más de viejo que de nuevo y que se encuentra frente a la portuguesa Miranda, si bien algunos nos quedamos visitando corrales y chozos en la rivera de las Llagas. Los campos estaban empezando a florecer y por todas partes predominaba el color verde. Conforme avance la primavera, Sayago se irá convirtiendo en un auténtico vergel.

Ya sólo nos quedaba volver, atravesando robledales, dehesas, praderas y algunos sembrados. No faltaron tampoco las  fuentes, ¡preciosas fuentes de Sayago!, las lagunas y regueras cubiertas ahora de florecillas blancas. O sea, un increíble paraíso en esta Iberia occidental, perdida, despoblada y pobre.

Aquí podéis ver el camino seguido, de unos 52 km.


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