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Channel: Valladolid, rutas y paisajes
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Navegando entre dos ríos

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-Continuamos la entrada anterior-

El paseo discurrió entre continuos toboganes. Prácticamente no recorrimos ninguna llanura, de manera que mantuvimos en acción las pantorrillas. Y es que navegar por Tierra de Campos es como zambullirse en alta mar, donde la superficie del agua nunca es plana, sino que las olas te mecen arriba y abajo y tan pronto estas en lo más alto como en la parte más hundida de la superficie…

Fuentes romanas

La fuente (abajo) de la Virgen (arriba)

Nos llamaron la atención algunas fuentes de estilo romano. La primera cerca de Aguilar, bajo la ermita de la Virgen de las Fuentes, oculta entre una de esas alamedas que abundan en la comarca es precisamente el lugar donde la Virgen se apareció a un pastorcillo. Forma una bóveda de medio cañón, hoy cerrada por una verja para impedir que se tiren animales muertos, que se han arrojado en ocasiones. Además, en esta alameda hay otros manantiales cuyas aguas caen al cercano Ahogaborricos (claro, si se llama así, señal que por aquí se ahogaban otros animales…).

Fuente de Ciriaco

La otra fuente romana es la de Ciriaco, en el término de Ceinos. Engrosa las aguas de un arroyo de esos que, en Tierra de Campos, da vida a un praderío con hierba pero también con chopos y matorrales variados. Posee una bonita bóveda de roca arenisca, se ha limpiado hace poco con una pala mecánica que se ha llevado por delante alguna piedra de la bóveda o del conjunto. Pero, de momento, ahí está; más vale así. Desde esta fuente continuamos hacia Villalán y nos encontramos con la fuente de Lauto, que es realmente un pozo junto al arroyo del mismo nombre. Se encuentra en una ladera que domina la localidad.

La última fuente por la que pasamos esta vez fue la de Valdeposadas, muy cerca ya del teso del Rey. Se trata de un pozo, protegido por un arca relativamente moderna, de ladrillo hueco, que mana y da origen a un regato, en mitad de los campos. Al menos esta vez las tres fuentes tenían agua.

Palomar cerca de Villalán

Rollos y molinos

Los rollos jurisdiccionales se encuentran en Aguilar de Campos –imponente, no desmerece en nada al lado de la grandiosa iglesia mudéjar de San Andrés- y en la plaza de Bolaños. Esta localidad fue villa señorial, de hecho el Señor de Bembibre lo era igualmente de Bolaños, pero gracias a Gil y Carrasco se divulgó la fama del berciano.

También pudimos acercarnos a un molino de viento –en Aguilar, restaurado- si bien nos quedamos con las ganas de entrar para conocerlo también por dentro. Y otro molino –éste hidráulico y arruinado- en Bolaños, cuyas piedras se nutrían de las aguas desviadas del Valderaduey. Se encuentra en un bucólico lugar, junto a un prado y una alameda. Está construido en ladrillo y barro, con la balsa de piedra.

Restos de la balsa del molino, Bolaños

Tesos

La comarca de Tierra de Campos es amplísima, extendiéndose por las provincias de Palencia, Valladolid, León y Zamora. En su centro, ligeramente desviada hacia el oeste, se encuentra la zona que hemos recorrido en bici, modelada por los ríos Valderaduey y Ahogaborricos con sus respectivos arroyos tributarios. Esto hace del paisaje un continuo sucederse de colinas, vallejos, lomos y pequeños cerros y tesos. Los asentamientos humanos han buscado, desde los albores de la historia, lugares estratégicos de fácil defensa para establecerse. Por eso las poblaciones por las que hemos pasado gozaban de las altitudes más elevadas del territorio.

Teso del Castillo, Aguilar

Es el caso de Aguilar de Campos. El caserío, perfectamente ordenado, se extiende a los pies de un cerro en el que destaca, al norte, la joya mudéjar de San Andrés, y al sur, las casas-bodega que han venido siendo utilizadas hasta ayer mismo y que todavía hoy se habitan en ocasiones determinadas. En lo más alto hubo un castillo –hoy no quedan ni los restos- que se mantuvo activo al menos durante los primeros siglos de la Reconquista. Es un lugar perfecto para contemplar el paisaje terracampino hacia los cuatro puntos cardinales, si bien no goza de la misma altitud que el teso del Rey.

Lo que queda del “Palacio”

Algo parecido ocurre con Bolaños de Campos. En un altozano enclavado en el centro de la localidad se levantó una torre o castillo, allá por el siglo X. No queda ni rastro. Mucho más tarde se levantó otro castillo o, mejor, palacio –queda este topónimo- del que podemos contemplar tres arcos de ladrillo. Hacia el este vemos la torre de la iglesia y algunas casas, pero hacia el oeste contemplamos el valle del Valderaduey.

En Ceinos hubo igualmente castillo pero lo único que queda es ese nombre en una calle que discurre muy cerca del punto más elevado de la localidad, donde antaño se asentó. No muy lejos también se levantó un convento o monasterio de la Orden del Templo pero sólo vemos tres arcos del claustro devueltos no hace mucho desde el Museo de escultura de Valladolid.

Hacia Villalán

Villalán no está en un alto, pero la torre de su antigua iglesia dentro de poco será un mirador abierto al público.

Otros paisajes

Cruzamos los dos ríos de esta pequeña comarca que venían escasos de agua y casi tapados por las espadañas, feas y secas. Pasamos junto a lo que todavía queda del caserío de Pajares y también por el desaparecido caserío de las Rozas. Multitud de palomares ya se confunden con la tierra de la que salieron.

Parecen intimidados en tierra tan despejada…

Si las bajadas y subidas fueron continuas, el último tramo lo hicimos ¡cuesta abajo! por el firme del Tren Burra, que llega a Villamuriel donde, además de la estación que malamente queda en pie, hubo una fábrica de ladrillos que conserva una torre estrecha y alta que nos dio la bienvenida.


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