Después de un suave otoño se ha presentado el invierno: lluvia, frío, hielo, niebla. Ya está por aquí. En contra de la opinión general, no creo que estuviéramos en verano, sino en un otoño suave y agradable. Ahora estamos, sin embargo, en un otoño invernizo. Bueno, pues había que sacar la patita fuera y hacer una excursión corta, sin arriesgar demasiado.
¿Qué tal por el Llano de San Marugán? Inicio de la excursión en Arrabal de Portillo saliendo por una zona de esbeltos cañaverales; para llegar a la primera estación, la Aldeílla. ¡Menuda iglesia la de esta aldea! Siempre es agradable penetrar en su atrio para contemplar de cerca unos rasgos románico-mudéjares tan sencillos como preciosos. También pudimos acercarnos al Barral de las Eras, con agua abundante, fochas y pollas de agua. Luego, la vereda de Bernardillo nos subió al páramo, donde unos galgueros cazaban liebres y otros almorzaban. En el pinar mixto del Llano, los robles amarilleaban.
Nos asomamos al cantil que muestra el valle del Cega a vista de pájaro, con el Montón de Trigo en primer plano y más allá, Megeces y Cogeces de Íscar con sus casas, naves y pinares, que de todo hay. Espléndido paisaje donde el río serpentea con su vestimenta de amarillo y ocre. Aquí arriba, el páramo se está cayendo a grandes trozos dejando al descubierto su interior. Menos mal que tarda mucho en caerse: miles, millones de años. Pero no dejan de impresionar estas paredes de caliza y yeso que se agrietan y derrumban.

Los cortados
Ya abajo, nos acercamos a la ribera y a los dos puentes de piedra que saltan, limpiamente, de un tirón, el Cega. Como nunca lo habíamos hecho, nos acercamos a las dos yeseras que hay en la ladera del páramo entre el Cega y el arroyo del Henar. Y casi nos quedamos en la segunda con las ruedas atrancadas por el yeso. Pero no fue para tanto: aunque el día anterior había diluviado, la tierra lo absorbe todo después de un verano tan seco. Continuamos por el arroyo del Henar, hasta el molino o fábrica del Macho y, tras sufrir un poco en los arenales del pinar del Toro, entramos en Arrabal de Portillo por la fuente de estilo neoclásico.

Yesera
El trayecto ha sido más duro de lo esperado: digan lo que digan, estamos en invierno y las ruedas se pegan a un firme que ya no lo es tanto. Y hay que darle a los pedales con más fuerza para despegarlas.
Pero bueno, tal vez cuando estas líneas vean la luz hayamos vuelto al suave otoño de hace unas semanas…
