Decía el viejo Heráclito que nadie se baña dos veces en el mismo río, y bien podemos nosotros decir que nadie se pasea dos veces por el mismo pinar. Y es que hemos rodado este fin de semana por el pinar de Antequera y hemos visto un pinar distinto al habitual.
Así, en muchos lugares se extiende una pradera de un verde claro que bien podríamos situarla en cualquier suave ladera de la sierra de Segovia: Aunque los pinos eran negrales, en el paisaje parecían albares de la Boca del Asno, en Navacerrada. Lo que habitualmente está seco o lleno de la tamuja de pino, ahora es una llanura de hierba alta, con espinos explotando en su flor blanca y tímidos cantuesos que empiezan a florecer con las orejas levantadas… En otras zonas, florecillas de todos los tipos, con predominio del amarillo y blanco, pero también vistosos azulejos, adornan lo que en otro momento suele ser simple arena.
Además, este pinar esta surcado por algunos caminos principales y una multitud de sendas y estrechos senderos con continuas curvas y revueltas que los unen. O sea, un lugar ideal para pasear en esta exuberante primavera que nos ha tocado en suerte. En algunos lugares, entre la hierba no deja ver la bicicleta y se acentúa la sensación de navegar por un mar de color verde. Aquí tenéis el recorrido realizado por sendas y senderos.
Por eso, no volveremos a cruzar por un pinar semejante en muchos años. Hay que aprovechar ahora. Mañana o pasado va a estar seco, pues la arena no suele retener la humedad como otros tipos de suelo. Mañana ya será otro pinar.
