El domingo pasado lucía el sol, si bien el sábado llovió. Por eso, decidimos salir por el sur de la provincia, y asegurarnos así que el barro no entorpecería el recorrido. El fuerte viento sur hizo subir las temperaturas provocando un día agradable.
Iniciamos la excursión en Nava del Rey pedaleando contra el viento lo que, unido a lo blando que estaban los caminos arenosos, ralentizaba nuestra marcha. Un primer alto lo hicimos en el Lavajo Hondo, de pequeñas proporciones pero con bastante agua gracias a las lluvias invernales.
Seguimos hacia una colina donde está situada la Casa de la Cantera, antigua explotación de la caliza que en este resalte de la campiña aflora en la superficie. La excavación de galerías y la erosión han provocado un relieve curioso, con arcos pétreos y derrumbes de tierra. A sus pies, la ribera del Trabancos.
Tras alguna subida y bajada nos plantamos en Castrejón de Trabancos, donde lo primero que llama la atención es la torre de la Villa, todo lo que queda de la antigua iglesia de Santa María del Castillo asentada sobre los cimientos del antiguo torrejón que controlaba el paso del río en esa zona. El torrejón formó parte del sistema defensivo entre los reinos leonés y castellano, cuya frontera era el Trabancos. Aquí se produjo la batalla de Castrejón en 1179 a raíz de la cual se firmaría la paz entre Alfonso VIII de Castilla y Fernando II de León en el tratado de Fresno-Lavanderas de 1183. También contemplaron estas tierras el enfrentamiento durante la Guerra de la Independencia entre los ejércitos aliados contra los franceses, donde el general Wellington y su estado mayor se vieron obligados a desenvainar sus espadas para enfrentarse al enemigo, pero gracias a la actuación del 11º Regimiento de Dragones Ligeros evitaron que el general cayera en sus manos.
En suave ascenso llegamos a la Ermita de la Virgen del Carmen en cuyo retablo se encuentra una reproducción de la Santa Faz de Zurbarán, pues el original se puede ver en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid. Poco más allá, Torrecilla de la Orden, que junto al vecino Fresno el Viejo pertenecieron a la encomienda de San Juan de Jerusalén, de ahí el apellido que lleva esta antigua fortaleza de frontera y que ha llevado a titular a la iglesia del pueblo como Santa María del Castillo.
A la salida encontramos el Lavajo Trascastillo, es decir, debajo del castillo, y un poco más adelante el Lavajo del Toro. Llegamos a Fresno el Viejo, con su iglesia mudéjar de San Juan Bautista, cuya cabecera es siglo XII realizada en piedra y el resto del siglo XIII levantada en ladrillo. Aquí asentó sus reales Fernando II de León mientras que Alfonso VIII lo hizo en Lavanderas antes de firmar el famoso tratado por el que se fijaban las villas y lugares de cada reino, delimitándose con ella la nueva zona fronteriza entre ambos reinos. En la Casa de Cultura se encuentra el Museo de Antaño a Hogaño donde se guardan utensilios de la vida cotidiana de la zona, así como aperos y herramientas de oficios tradicionales. Hace un par de años que se ha abierto el zoo de La era de las aves, donde se pueden ver más de cien especies animales y gran variedad de plantas y arbustos.
A tiro de piedra se encuentra Carpio, levantado alrededor de un cerro. Cuando ya estamos más cerca vemos que un nuevo torreón de ladrillo sobre una estructura de hierro, en cuyo interior se han respetado los restos de la antigua fortaleza, que pueden contemplarse desde el exterior, ya que la parte inferior está cubierta con una cristalera. Mediante una escalera se podrá subir a la parte superior del torreón, a modo de mirador, desde donde se podrá contemplar toda la llanura que lo rodea. Por la noche, nos aseguran, se ven las luces de catorce pueblos de alrededor. El antiguo torreón y la desaparecida iglesia de San Santiago fueron arrasadas por las tropas francesas el día 25 de noviembre de 1809 tras saquear la localidad como represalia a su derrota frente al ejercito español en la batalla de Carpio dos días antes.
A un kilómetro del pueblo se encuentra el Lavajo de Lavanderas, junto a la vía del ferrocarril. Desde nuestra anterior visita hemos visto algunos cambios: se han removido y retirado lodos contaminados al utilizarse antiguamente como depósito de aguas residuales, se ha cortado gran parte de la vegetación que antes la cubría, se ha construido un observatorio de aves y una zona de aparcamiento de coches. Esperemos que con ello hayan ganado las aves que lo visitan en invierno, las que lo utilizan como descansadero de sus largos viajes y las esteparias que habitualmente viven en la zona. Y también el pueblo, pues esperan se conviertan nuevo foco de atracción del turismo de naturaleza.
Ahora en nuestra vuelta el aire nos da de espalda y volamos sobre la llanura. Nos detenemos para ver el lavajo de Malpréndez y vemos cómo levanta el vuelo una avutarda. Ya divisamos la torre de la iglesia de los Santos Juanes. Estamos en Nava.
