Día apacible para visitar fuentes de Tierra de Campos partiendo, esta vez, de Moral de la Reina. Enseguida nos dimos cuenta de que el aire soplaba fuerte y que iba a ser la tónica general de la jornada. Así que acompañados viento de dirección norte, tomamos el camino del Llano hasta nuestra primera fuente.
Una senda nos desvía del camino principal y nos acerca a Fuente Pinilla, acondicionada mediante una pared de piedras calizas del páramo sin trabajar por la que se filtra el agua que también abastece a una lagunilla invadida de espadaña.
Seguimos ruta con dirección norte en busca de la siguiente: Fuente García. Tras una loma, la copa de unos árboles la delatan en medio de las tierras de labor. Como la mayor parte de las que iremos visitando en toda la jornada, el arca tiene planta cuadrada o rectangular, en piedra, por donde filtra el agua, y cubierta con bóveda de cañón en ladrillo macizo. Pero, a diferencia del resto, será la única que veremos sin agua, pese al lluvioso invierno que hemos tenido.
Un poco más adelante encontramos la Fuente de Martín Baco en el arroyo Trasdelobo, con arca en cemento de forma cúbica que alimenta un largo abrevadero, aunque con el inconveniente para el ganado de que se encuentra en el fondo del regato.
Casi llegando a Cuenca de Campos nos encontramos con La Fuentecilla, en este caso un pozo del que podemos sacar agua mediante una bomba manual que todavía funciona, y por medio de un canalillo de metal, deja caer su agua arroyo.
Entramos en Cuenca de Campos y nos llama la atención una laguna junto al camino que va bordeando al pueblo. Allí nos informan de que la conocen con el nombre de La Bomba, originada de forma artificial al utilizarse antaño como fuente de extracción de tierra para fabricar los ladrillos con los que se hicieron algunos arreglos de la iglesia de Santa María del Castillo. Al lado de la laguna se aprecia todavía unos pequeños muretes de ladrillo, algunos con forma de arco, que tal vez correspondieran a las bocas del horno de cocción.
Seguimos ruta. Siguiendo el Camino de los Laneros, cuyo nombre evoca el transitar de ovejas, bordeado a ambos lados por chopos llegamos hasta la Fuente de la Pichona, donde la humedad se hace notar en la tierra. Otra bomba manual para sacar agua, en este caso estropeada, alimentaba una bonita pila de piedra en la que podían abrevar los ganados. Y todo rodeado de árboles que invitan a un breve descanso en nuestro rodar.
Poco antes de llegar a Villacid de Campos nos encontramos a la Fuente del Tamboril, también construida en piedra y ladrillo cuyo agua abastece a un abrevadero. Llegamos al pueblo que muchos han intentado relacionar con el paso del Cid Campeador por estos lares, pero más bien viene su nombre de villa de Zahid o Ceid en referencia al nombre de su repoblador mozárabe (aquellos cristianos en tierra musulmana que emigraron hacia el norte) o también como un lugar alto, que destaca sobre el entorno. Llama la atención la atalaya circular de ladrillo que aquí denominan el Cubo, único resto del antiguo castillo de los Osorio.
Tomamos el camino de Villalón, a nuestra derecha una pequeña elevación que antaño estuvo instalada una noria de cangilones y ahora solo queda el pozo, para realizar una pequeña subida hasta llegar a dos antiguos pozos en el pago de la fuente del Tío Plaza. Cruzamos la carretera nacional, para continuar por nuestro camino hasta la zona más alta de nuestro recorrido, a 822 metros como indica el vértice geodésico de Carrevillacid. Paramos para mirar en dirección norte y ver sobre el limpio azul del cielo el manto níveo que cubre las cumbres cantábricas. En rápido descenso llegamos hasta la fuente de Cortaelaire, donde un viejo chopo de robusto fuste y gran altura nos dará sombra en nuestro merecido descanso. Es la que más agua tiene, pues está dotado de un pilón a ras de suelo, de planta rectangular con uno de sus lados menores rematado en forma semicircular, que abastece a un largo abrevadero.
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