Día gris, con viento, amenazando lluvia. Pero había que salir para airearse un poco después de estar toda la semana encerrados. Paseo por los pinares: Puente Duero, Viana, El Cardiel, el Raso de Portillo, Herrera, protegidos así por del viento y rodando sobre arena, por si acaso la lluvia aparecía.
Nuevas lagunas en el Raso de Portillo
Ha sido el descubrimiento de la excursión, pues no conocíamos este nuevo humedal terminado. Muchas zonas del Raso han estado siempre más o menos encharcadas, pues es uno de los lugares de afloramiento o descarga del acuífero de los Arenales y, como el Raso no tiene casi inclinación y está rodeado de páramos o pequeños oteros, tiende a encharcarse. No obstante, ahora posee zanjas de desagüe.
Pues aquí, aprovechando el agua del arroyo del Molino, se han formado dos lagunas artificiales, con sus correspondientes islas, en las que diferentes aves de paso o no tan de paso recalan. Además, hay abundantes casetas de observación y senderos para acercarse. Total, un excelente lugar para pasar una mañana –o tarde- viendo aves de diferentes especies. En los alrededores también hemos visto avutardas.
Aquí podéis leer una explicación más amplia y ver un esquema de las lagunas.
Resineros
Al pasar por Viana paramos un momento a contemplar la chimenea de una antigua fábrica de transformación de resina. Fue un buen augurio, pues nos anunciaba, sin haberlo entendido nosotros en ese momento, otro encuentro feliz, esta vez con dos resineros. El primero estaba desroñando pinos con la ayuda del barrasco; el segundo, mazo en mano, venía detrás colocando potes en los negrales con su correspondiente medialuna y hojalatas en ristre. Medía la distancia del pote con un aparato especial y todos ellos quedaban perfectamente trabados entre la punta y la hojalata.
Nos contaron que es un trabajo duro, pero no tanto, que otros no tienen en qué. Que ellos se hacían en la temporada unos doce mil pinos trabajando cinco días, que estaban currando este domingo porque durante la semana hubo demasiada agua. Que el terreno era de La Pedraja pero los pinos de Portillo, a quien pagaban la concesión, y que los guardas les controlaban demasiado… Bueno, pues hemos vuelto a las épocas anteriores a las vacas gordas. Esto ayudará sin duda a mantener el pinar, a que todos valoremos el trabajo productivo (que el especulativo no es trabajo), y desde aquí les deseamos a estos resineros, y a todos, que sea un buen año de miera.
Toboganes, pistas, agua
El trayecto entre Puente Duero y Viana discurrió por el sendero del Montico, con sus pinos, matas de encina y suelo verde. Pero, por probar, tomamos una bifurcación hacia el norte y fuimos a media ladera pasando un sinfín de toboganes con abundante barro y grava. Seguro que eso nos fortaleció, pero aconsejamos recorrerlo en una época más seca.
También nos topamos con la pista de aterrizaje de aviones forestales del Corbejón y Quemados, en medio del pinar y de un kilómetro de larga. Pero las bicis, perezosas, no se atrevieron a despegar del asfalto. Parece que hace años que no se utiliza, y no deja de ser curioso encontrar una estructura de estas características perdida en el monte.
Y el Cega, que esta vez venía con abundante agua que alegraba la presa del Cardiel, antaño molino harinero y hoy centralita eléctrica. Han construido una escala para que la presa no constituya una barrera piscícola. Claro que, cuando el río viene seco, ¿dónde están los peces?
