Leyendo Ciudades de la llanura, de Cormac McCarthy, me encuentro con este texto que traslado:
Echo de menos la vida de la pradera. Hice la trashumancia cuatro veces. Fue lo mejor de mi vida. Lo mejor. Viajar. Ver otra región. No hay nada igual en el mundo. Ni lo habrá. Sentarse junto al fuego con el rebaño bien acostado y sin viento. Preparar un poco de café. Escuchar las historias de los viejos vaqueros. Buenas historias. Liar un cigarrillo. Dormir. El mejor sueño es al aire libre. No hay nada igual.
Si no hay nada igual, para qué comentar nada. La acción sucede entre Chihuahua, Texas y Nuevo México. Las fotos son de la vega del río Trabancos y de la montaña de Riaño.