Naturalmente, salí el sábado a dar un paseo en bici. Llegué hasta la torreta de vigilancia del monte Blanco, en el extremo sur del municipio de Valladolid. Volví de noche pero contento por haber estirado las piernas.
Me llamó la atención lo verde que está el pinar de Antequera, pocas veces se deja ver así. Aunque abundaban las flores, aun no había llegado la explosión floral que sin duda se producirá avanzado el mes. Los pinos y los árboles de las riberas tenían el tronco excepcionalmente limpio, seguramente a causa de las lluvias recientes.
Me crucé con bastantes ciclistas en el pinar de Antequera y con menos una vez cruzado Puente Duero, pues realmente cuesta llegar en tan poco tiempo al monte Blanco. Pero mereció la pena asomarse al valle del Adaja, con Valdestilllas, Matapozuelos y Olmedo al fondo y la cordillera central, que se veía muy bien, de telonera.
Saludé a otros rodadores y poco más. Me detuve unos instantes a charlar con ese simpático burro. Creo que todavía no han prohibido estas conversaciones y tampoco es necesario, según creo, guardar con ellos eso que llaman la distancia social.
Confiemos repetirlo algún día más de esta semana. Mayo promete hermosos paisajes, más incluso que otros años.