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Channel: Valladolid, rutas y paisajes
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Orillas del Cea

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El río Cea nace en el término leonés y pastoril de Prioro y desemboca en el Esla por Castrogonzalo, ya en Zamora. Pasa por nuestra provincia lamiendo y delimitando la Tierra de Campos, de manera que mientras su orilla izquierda pertenece a esta Tierra, la derecha está fuera ya del ámbito terracampino y, si la orilla izquierda se asoma al río desde tesos, cerros y verdaderos acantilados de barro, la derecha es suave y se va elevando muy lentamente formado húmedas tierras de labor.

Los Melgares, Monasterio de Vega, Sahélices, Mayorga, Castrobol, y de nuevo Mayorga, son los términos vallisoletanos por los que atraviesa, más Roales, después de pasar por Gordoncillo y Valderas, de León. Esta vez hemos rodado por la orilla izquierda desde Castrobol hasta las cercanías de Valderas.

Santa Engracia, uno de los tres cerros de Castrobol. A la derecha asoma la torre de la iglesia

Castrobol se levanta sobre un teso que cae directamente al Cea. A su lado, otros dos tesos que también se asoman al río. Buen lugar para contemplar la extensa y llana ribera opuesta y, al fondo, las torres de Mayorga; más al fondo, la montaña leonesa, de donde nuestro Cea viene.

Almendros de la Granjilla

Antes de bajar a la ribera nos acercamos a la Granjilla, deshabitada y olvidada, pero no deja de ser otro de los muchos puntos elevados desde los que contemplar un amplio paisaje. Para no dar la vuelta, nos tiramos por la ladera hasta el río, que viene limpio y transparente. Los árboles –álamos, chopos y sauces- están desnudos. La excursión habría sido más atractiva en verano, con baño incluido, pero cualquier época es buena para rodar. Nos acercamos a la presa que desvía el agua para la acequia del molino que más tarde visitaremos.

La escarpada ribera nos puso a prueba… Pero no se resistió

Rodamos por un sendero que han trazado las motos pero, curiosamente, no tiene excesiva arena y se rueda bien. Eso sí, los badenes y olas son continuos, y con frecuencia pasamos entre ramajes sueltos en el suelo y las ramas aéreas que llegan a rozarnos. De vez en cuando, paramos para ver mejor las aguas sin apenas remansos del Cea.

Bajando hacia el Cea

Al llegar al puente que comunica la granja de Béxar con la orilla derecha, pasamos a ver el molino. Gran sorpresa, pues nos damos de bruces con el molino más grande y mejor conservado, al menos exteriormente, de la provincia. Aquí está, olvidado de todos, junto a la vereda que conducía los ganados a y de Zamora. Pero no es sólo un molino, son cuatro edificios unidos formando una fachada: una ermita en la esquina, dos casas –se supone que al menos una sería la del molinero- y el molino propiamente dicho, con sus anchos caz y socaz. Todo –al exterior- está bien  cuidado y conservado, retejada la cubierta, con ventanas relativamente nuevas. La puerta de la casa del molinero está custodiada por dos enormes piedras de moler, una de ellas, con piezas de cuarzo incrustadas. Los cinco arcos de ladrillo sobre los que se sostiene el edificio del molino, con sus correspondientes columnas, indican cinco piedras de moler. Sus dos pisos hablan, como en tantos otros, de las industrias accesorias movidas también por las aspas de los rodeznos. En fin, no sé la historia de esta Granja del Molino, pero seguro que en ella vivían bastantes familias, no como ahora que ciertamente se nota actividad agrícola y ganadera pero no parece que vivan muchas personas.

El molino

Pero volvemos a la orilla y seguimos por nuestro senderillo. Contra un tronco atravesado en el río vemos una balsa de las que se utilizaban hace años para cruzar los ríos dirigidas por cables. Si estuviéramos en verano nos habríamos montado con las bicis para seguir cómodamente río abajo…    Llegamos a una zona en la que no hay salida y subimos desde la orilla arrastrando la bici. Ahora rodamos un poco más alejados de la ribera entre subidas y bajadas hasta llegar a la zona de la Barraca donde tomamos un camino ya de los normales. Aquí hubo otro molino que hace años no encontramos.

Pinos

Seguimos río abajo y pasamos junto a tres fuentes: de la Mora, del Tío Barrenones y de Segis Riol. Estamos en el término de Gordoncillo y se ve que sus vecinos se han molestado por conservar sus fuentes en buenas condiciones; algunas tienen sombra bajo los árboles y todas cuentan con su nombre inscrito en el frontal. ¡Bien! Por otra parte, el paisaje es delicioso: la ribera al fondo, regatos que van al Cea, una empinada cuesta hacia el sur, campos de cultivo… Avanzamos un poco más por la Parva hasta que nos alejamos del río en dirección a Valderas.

Vemos de lejos el castillo pero no entramos en Valderas: la lluvia amenaza y ponemos rumbo en dirección a La Unión de Campos, de donde hemos salido.

Fuente de Valdefuentes

Antes pasamos por Valdefuentes, que será uno de los pocos pueblos que en España quedan sin asfaltar. Todo es barro, salvo la iglesia y la fuente. Ésta, preciosa, con una doble bóveda de ladrillo –al interior- y piedra –al exterior. Pero se hundirá y desaparecerá dentro de poco, pues parece que ya nadie la cuida. Lo mismo está ocurriendo, en estado más avanzado, con la iglesia y su torre, vaciada por dentro y cayéndose también por fuera; todavía muestra rasgos –arcos, puertas cegadas, señales de otras construcciones accesorias- de lo que fue el antiguo templo.

Interior de la torre

Ya de vuelta nos detuvimos unos instantes, a pesar de la lluvia, en el paraje de la fuente de Jano, con sus inmensos álamos abiertos que, desde luego, tienen varios cientos de años. Un paraje ideal para pasar una tarde de verano.

No hemos dicho nada del pico Urones -o más bien loma- por donde pasamos inmediatamente antes de llegar a Castrobol. Es otro de esos altos a los que merece la pena acercarse en Tierra de Campos por la inmensidad de campos, pueblo y paisajes que nos ofrecen. Naturalmente, se alcanzaba a divisar el teso del Rey y el de san Vicente, además del páramo de los Torozos, el ancho valle del Cea hacia León, y diversos pueblos. Del más cercano –Castrobol- sólo asomaba tímidamente la punta de la torre de la iglesia. Aprovechamos para sacar unas fotos subidos a la columna del vértice geodésico… ¡con la bici!

Aquí, el recorrido en Wikiloc, de 44 km, según Durius Aquae.

La fuente de Jano está bajo los árboles del fondo


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