Algunas ramas de los primeros almendros ya están floreciendo. El morado de los zapatitos de la Virgen inunda las solanas. El sol brilla con fuerza y los días y las noches se igualan, por lo que ya puede salir uno en bici alguna tarde, que dan más de sí. Parece, pues, que ha comenzado –tímida, como casi siempre- la estación primaveral por estas latitudes. Bienvenida, a pesar de que harto le cuesta al almendro hacer la primavera del invierno.
